soy adicto a la ternura
-a tu ternura-
a la forma en que tus expresiones
se desprenden de tus labios
como las semillas
-hadas- de un diente de león
estoy avezado
al calor de tus alas
y a la blancura de los lienzos
que envuelven la pureza de tu cuerpo
-acaso te llamas Ángela-
entre las nubes percibo
un canto de voces seráficas
y una lluvia de energía amorosa
me envuelve de certezas:
soy un Guardián
-Guardián de Ángeles-
y tú eres la señal de que el Amor
es inmarcesible y expansivo
-en la terneza de tus manos-
en la calidez de tu regazo: Ángela.