Triste y abrumado, como sombras en la oscuridad, en silencio y sin palabras para no angustiar, tormentas y problemas en mi mente con ganas de rendirme, como si estuviera rodeado por sombras que me impiden ver la luz al final del camino, prefiero mantenerme en silencio para no angustiar aún más.
Me pregunto ¿por qué no me rindo? Pero al llegar a casa, miro los motivos y encuentro las fuerzas para seguir adelante, por los cuales debo luchar. Porque sé que, aunque el camino no sea fácil, siempre habrá una razón por la cual continuar.