PAC0

La edad de mármol

En áureas plañideras un fúlgido semblante,
pervive el coloquio de las eras lejanas,
resucitando arcanas proezas de señores
y próceres doctos en vetustas fábulas.

Vernáculos lirios, en opulenta danza,
esparcen sus efluvios en báquica mansedumbre,
dibujando arpegios de magnánima cumbre
en diáfanos lienzos de efímera estirpe.

El rutilar dorado de astros desgastados,
estelas fugaces que a la noche embelesan,
despiertan las venas de un pasado que traza
efígies atávicas en memorias ancianas.

La pletórica elocuencia de libros vetustos
despliega un ropaje de vocablos olvidados,
de ambages densos, sofisticados,
pétreos eslabones de épocas difuntas.

Y en medio del caos de esta odisea abstracta,
surge la quimera, un brote inmaculado,
donde el incógnito impulso se ha encumbrado
a un éxtasis nuevo de vida desplegada.

¡Oh, ínclito ánima, que se alza majestuosa,
en vuelo creciente de radiante esencia!
¿Qué fábula ignota narras con tu presencia,
desafiando el celo de eras gloriosas?

De oscuros pergaminos de ocultos peregrinos,
afloran tus versos, fragmentos misteriosos,
que hablan de enigmas, de labios silenciosos,
de letras arcanas, de enigmas divinos.

Atráeme, oh musa, a tu prosapia profunda,
desentraña los arcanos de la antigua sapiencia,
que en pluma recóndita, con sublime paciencia,
se escribieron en fábulas del tiempo que se hundan.

Enarbóleseme con el brillo de estas frases peregrinas,
forjadas con ímpetus de sagacidad insigne,
y abrazo el devenir de tus voces clandestinas,
libre en este umbral de universos inmensos.

Percibo el éter alígero de tus versos oscuros,
que claman fervientes por una eternidad impresa,
y así, en estas rimas, cuál perenne universo,
fusiono pasado y presente en una danza aviesa.

¡Oh, cúspide de sabiduría, sin parangón divino!
Que tus ecos perduren en el oído del tiempo,
que nunca perezca tu legado clandestino,
y sea el susurro de tu voz, un dulce aliento.

En los pliegues envejecidos de letras macilentas,
donde la elocuencia esboza su etérea balada,
germina el poema, cuan flores moribundas,
y así, en versos ignotos, el poeta es enaltecido.