¿Quién rescatará mi vida
de esta fosa amarga y fría?
¿Quién sacará las costras del dolor
que carcomen mis huesos?
¿Quién me lanzará ovillos de esperanza
en este desierto árido y sin luz?
Mis días transcurren rodeados de hienas y chacales,
mi alimento son ajenjo y pétalos de lágrimas,
zarandeo y más zarandeo de mi frágil trigo.
Invoco al altísimo,
a sus ángeles, para que bajen a mis pastizales,
que sacien mi sed abundante,
que se compadezcan
de mis rosas enlutadas,
de mis días sin canción,
de mis gritos de auxilio.
Señor defiéndeme,
cuídame, sáname,
mira que en esta hoguera de pena
sola mi barca se queda.
Señor sostenme,
las fuerzas me fallan,
mi cuerpo se desmorona como cera.
Compadécete de tu sierva,
de tu hija pequeña,
de tu huérfana pajarita.
No tapes tu faz
de mis súplicas,
¿Quién me salvará de este abismo
si tú no vienes con tu luz de aliento?
Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados