No era el amor, compañero,
de tanto amasarlo, blando
y moldeable hasta imaginarlo,
quien saltó hasta aquel diván
Sucumbió la lejana alegría,
precipitó la ostentosa verdad,
coaguló el resentimiento,
desató unión del vínculo
El amor corría aguas abajo
en remolinos vacilantes,
por entre corrientes deslizantes
hasta inquietos manglares
Los gérmenes de aquel amor
dejaban raíces al descubierto,
se entrelazaban ínclitos odios
y se enraizaban por demás
No era un amor compañero,
horneado, gratinado y sincero,
cultivado, roturado hasta su flor,
mas cuando marchito, ¡lozano, se fue!