Anne Sarabande

Semillas

 

El sacramento de tus pezones,
me da la extrema unción.
La dureza de esa inagotable erección femenina,
tienta a los pecadores a una sumisión difícil de resistir.
 
Dos semillas del demonio,
se abren a la germinación de mi lengua
cuando me propongo plantar.
Las riego con mi saliva,
embadurno los tímidos pétalos
de Venus que cargas.
 
Con el aire expuesto de
un invierno inventado
por los dos,
en medio del infierno,
logramos la mixtura del frío y el calor,
trae mi órgano muscular fuerza en la molestia,
y en la insistencia de provocar más facciones
provenientes de un dolor pirómano.
 
Y en esa zona erógena poco explorada,
encuentro un misterio,
me lo develas en un último grito tiritante.