Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Espejo en el Corazón - Parte I~**

Federico, lleva una vida incolora, irreal y mal inconsecuente, con su esposa llamada María. Federico, un hombre mayor y María una jovencita de edad juvenil, sólo llevan una mala relación y con un mal carácter en discutir por todo. Federico es un señor de edad avanzada para María, como muy bien dice la gente. Ésta pareja se conocen en una discoteca para personas de mayores de edad. Y la jovencita pernoctó allí por encomiendas del trabajo arduo que llevó por realizar. Solamente la insistencia de ése hombre por conocer a María sólo lo llevó por el desierto fraguando una imagen de María sólo con él. Y Federico, sólo con su riqueza fue la forma de atraer a la señorita y moza, porque cuando en esa noche se fue el señor llamado Federico le deja en la mesa a la joven una nota con su dirección y número de teléfono. Cuando en el alma de Federico se tornó desesperada cuando sólo siente amar a ésa jovencita que le lleva más de veinte años por delante. Y María y no tan inocente como se imagina si en el embate de dar con el amor del señor, no se imaginó que el instante se torna estrepitosamente de carácter muy fuerte y de un tormento hiriendo pulso a pulso a la vida. María, una joven de apenas veinte años y hermosa en sus veinte primaveras sin saber lo que esperó por ser la mujer de Federico. Federico, un hombre de alto calibre, fuerte, tenaz, rudo y, muy duro en su afán por hacer lo que realmente le da la gana con María y, María inocente, ingenua y, buena de carácter logra sucumbir en un sólo deseo cuando en el alma quiso ser como lo que planeó su mente perpetrando lo peor en su vida con ese hombre llamado Federico. María en su instinto pasivo como clandestino se vio indeleble, imborrable, deseosa en ser una mujer feliz. María le sonríe a la vida, a pesar, del dolor que lleva porque Federico le hace la vida imposible y no se llevan de la mejor manera entre pareja. Federico altera la vida de María y sus sentimientos pierden vida desde que Federico realmente no quiere a María. Federico se casa con la muchacha por honrar la virtud de la muchacha, pero, Federico, realmente no la ama. Si María quedó sucumbiendo en un sólo trance del dolor, cuando quiso ser perfecta, pero, no fue nada más ni nada menos que la mujer que quería Federico. Y se fue llevando por el camino frío de la vida y del mal tiempo, cuando en su afán de creer en el delirio delirante de dar con la pura verdad. Si María quedó huérfana a la verdad de dar con el amor en su propia existencia y a toda costa de la sinceridad de su propia alma se vio María indecente, cobarde y transmutada de un espanto muy doloroso. Cuando en el embate de dar con la verdad se vio fría como el hielo, o como la misma nieve del invierno frío en que se debate un tormento. Cuando en el alma de Federico se vio intransigente, indeleble y como el mismo frío invierno si ya no quiere tener ni amar a María. Si en el trance de la verdad se fue del deseo y el amor verdadero cuando en su vida se tornó desesperadamente e inocuamente, pero,  como un mal desastre de atraer en el alma una sola vicisitud. Y el amor de María, se tornó impaciente, inherente, indeleble y como un todo frío en la piel desnuda y sin poder sentir el amor quedó como un títere o una marioneta sin dueño. Y como el amo del perro ciegamente cae por el hoyo por donde el perro no guió a su amo. Y así fue la relación entre María y Federico, una fuerte atracción amorosa, pero, no fue más ni menos que el hielo gélido sobre la propia piel. Y María sucumbiendo en un sólo deseo de que se muera o se vaya el viejo lejos de ella, sólo caminó por el trance imperfecto del camino abierto en frío. Y tan álgida fue la relación como la fría gravitación del desierto, cuando se fue del mundo y del deseo frío como el desastre de creer en el frío convenio de esa relación entre una jovencita y un viejo de edad llevando más de veinte años a la jovencita. Y se declaró como el principio de un sólo ocaso cuando en el trance de la insistencia de dar con una sola verdad y persistente. Cuando a la ingrata verdad e impoluta certeza en dar con la vida de María creó ella una sola y débil y mortífera y un atrayente infortunio, cuando a la verdad que Federico entretejió en su débil corazón un espejo en el corazón, viendo y observando a María desde un espejo con cámara oculta en la cocina. Y María sin saber ni apenas sospechar de que el tiempo corre y le juega un juego donde la pieza no encaja en el rompecabezas, cuando en el instante de creer en el embate de dar una sola salvación quedó como símbolo de atraer el espejo en el corazón como si estuviera dando correazos a un niño por mal comportamiento. Cuando en el trance de la verdad, se aferró al mal desconcierto en dar una sola impoluta verdad. Cuando la verdad se aterró al deseo y a la mala suerte de envenenar a la razón en dar una sola libertad en el alma y con el espejo en el corazón. Federico, observa a María desde el espejo en el corazón, suponiendo y perpetrando que lo que quiere María es envenenar a Federico y con un veneno letal para ratas. Y Federico tramando e imaginando tal acción y tal cosa como jugar con su propia vida y existencia. Y María sucumbiendo en un delirio delirante de creer en lo insospechado se aferró a su desdicha como algo insoportable de llevar y de soportar. Es el espejo en el corazón el que lleva Federico en su alma y en sus propios ojos sucumbiendo en un sólo mal desastre de querer ver imaginando que María desea envenenar su propia vida y existencia. María, sin saber ni siquiera sospechar de que su amor, con el hombre que María se casó por conveniencia y por la riqueza de éste hombre que la cortejó como mujer, Federico, un hombre altamente de cuidado y de un calibre sosegado y de muy insistente perecer y por creer en que el deseo se convierte en un sólo mal deseo, cuando se atreve a desafiar la vida y la conmísera vida en un mal convenio. Cuando en el trance de la verdad, se aferra el mal, el frío y el álgido porvenir en una mala relación entre un hombre y una mujer. María se aterra en descifrar lo acometido de creer en el desierto intransigente cuando en la mala soledad se atreve a descifrar la cruel imaginación de Federico en contra de la salud y el bienestar, la inocencia de María. Si en el espejo en el corazón, se debate una honra, una virtud, una integridad, una inocencia y hasta una vida, en la cual, se acomete y se presta a dar una cruel y atrevida mala imaginación fraguando en numen inventivo lo peor con María. Cuando en el peor de los casos de ésta frágil relación se debe a que el instinto rogado de María se encierra el temor de ser como el mismo dolor. Cuando ocurre el fin con una sola falsa solución de creer en la crueldad de ésta débil relación. Cuando en el intercambio de la soledad con felicidad, se vio María como la más funesta de las mujeres. María se siente como el desafío y el frío en la misma piel cuando se debate entre la soledad, la infelicidad o la alegría por el amor que un día le tuvo a Federico. María en la cocina cocinando para ella y para Federico sin saber que en el espejo, Federico, oculta una cámara y es el espejo en el corazón que dice y que observa a María cocinando con un veneno letal para ratas y para Federico. Federico comienza a deliberar al fin y al cabo que María le añade un sabor extra a su suculento manjar cuando Federico por el espejo observa a María cocinando con un veneno letal para ratas. Federico comienza a sospechar de María cuando la relación se fue a mala gravitación y en un desconcierto frío quedó espontáneamente sorprendido de querer amar a pesar del dolor que participa entre la pareja. Cuando en el instinto de creer Federico irrumpe en la cocina de María con una cámara oculta detrás del espejo en la cocina y era y es el espejo en el corazón observando de lejos todo movimiento de María en la cocina. La cocina rústica, atípica, con un toque elegante entre lo rural y lo urbano cuando quedó atemorizado cuando observa Federico al veneno letal que tiene María, para añadir a su manjar o a su plato predilecto. Federico quiso dar noticia a la autoridad, pero, quedó callado, espantado, asustado, asombrado y, lleno de pavor cuando quiso denunciar el acto, pero, quedó malhumorado, asombrado, espontáneo y, estrepitosamente mal insistente en creer que María podía cometer tal acto en contra de Federico. María sin saber y sin sospechar que Federico la observa de lejos no piensa ni se imagina que él la persigue insistentemente para denunciar su mal y erróneo acto. La vida de María cae en una eterna redención y en un mal desenlace fatal cuando cree que su vida cambiará para totalmente bien cuando se siente ineficaz, intolerable e inestable en la relación con Federico. Federico cree ganar la batalla y el combate en una guerra perdida de espanto, sosiego, mal desastre y, de una intransigente inestabilidad. Cuando Federico no calma su insistencia en saber qué oculta o qué existe detrás de la máscara de María en la cocina por temer con su vida la convivencia con María en la relación que ya se fue en gravitación. La vida de Federico y María se tornó áspera, insensible, inconsecuente, trágica y, en una débil relación. María se tornó seca, con sed, hambrienta y, con ganas en volver a amar, pero, Federico está reacio, inestable, inmóvil, inerte a la relación que le ofrece María sin amor, sin pasión, sin vehemencia carnal y, sin propósito en volver a amar. La vida entre ambos se torna exasperada, inapetente, incolora y, transmutada cuando realmente Federico y María ya no se aman y la relación va de calor a frío. La pasión entre Federico y María al principio de la relación era de color rosa, pero, la vida sólo les ofreció tempestad, tormento, soledad, desaire e ineficaz relación. El tormento de la relación fue porque la confianza entre ambos se tornó inexistente, desabrida y, con dolor de cabeza casi duradero porque en el alma y en el corazón de ambos tanto Federico y María se vio intransigente. María se tornó áspera, inconsecuente e inconsciente de amar nuevamente y de querer amar a Federico con la misma pasión y con el mismo amor de antes que floreció en el amor. Cuando María y Federico, se conocen y coinciden en una discoteca para edad avanzada se dice que hasta el silencio reinó, pero, no fue abasto cuando el amor entró en el mismo coraje del corazón y amaron como nunca antes. María inocente de todo y siendo ingenua en el amor se vio devastada e inmortal en el amor. Mientras que Federico comenzó a hacer la vida imposible y del amor un dolor de cabezas. Porque cuando María quiso ser como la flor y sin poder marchitar se fue del mundo y de la vida cuando Federico le hizo la vida imposible a María, cuando instaló una cámara oculta detrás del espejo en la cocina. Y María en la cocina sin saber y ni siquiera sospechar de que su mundo se hirió de una punzada letal en el costado o en el pecho de María cuando en la vida sólo Federico le hace la vida imposible a María. Y quiso ser como el ave poder lejos y tratar de volar aunque con alas de acero, pero, ni aún así, pudo salir airosa de esa vida intransigente entre María y Federico. Cuando en el afán en querer amar lo que resta se siente como el desafío inerte, inmóvil e intransigente, cuando en el afán de querer convertir el amor en razón se dio lo más conmísero de un sólo todo. Y María y Federico se vio intransigente su relación, en forma de gravitación cayó en redención y en forma de atraer la virtud se dio como la suave distancia en querer amar a la fría relación y salvar el amor en cada suspiro. Cuando en el deseo se encierra el suave murmullo y la distancia en querer amarrar el combate de esa fría relación cuando en el ocaso y la desconfianza se vio tristemente incolora, intransigente, en gravitación, y como un duro golpe en la razón sin un corazón para amar mejor en la triste e inmóvil relación. Cuando en el suburbio de ese triste corazón María se vio como el tiempo, como el eco o como el silencio debidamente incoloro e inerte e intransigente. Si como en el camino se debió de entretejer la telaraña como una araña que teje de seda como si fuera tan delicada y tan suave como la misma piel de María. Y se fue por el rumbo incierto, y se marchó, otra vez, por el rumbo desconocido o por la dirección incorrecta, cuando en el tiempo y más en el ocaso se vio incoloro, intransigente e indebidamente insospechada de creer en que la cámara oculta detrás del espejo en la cocina, se vio fría cuando interrumpe en su destino y en su camino una fuerza extrasensorial y una debilidad en fuerte deseo de querer amar el universo y el firmamento de creer en el desenlace frío de esa cámara oculta detrás del espejo en la misma cocina donde cocina María sin saber que el veneno para ratas es por amar su libertad y la confianza en querer, otra vez, entregar la razón y la virtud de ser una mujer en sospechar que el rumbo y la dirección que toma María, se aferra y se aterra el deseo de envenenar a su propio marido o esposo en hacer creer que el veneno para ratas, sí, es para Federico y para la ratas cuando María cocina un rico y suculento manjar de entrever la rica sazón en ese manjar. Y, el veneno, se aferra al desconcierto frío de ver al cielo y al infierno de la misma forma en que se perfila la forma de atraer a la vida y con el espejo en el corazón en querer observar desde un punto fijo y con la cámara oculta de que María no es tal cosa como parece sino que trata de envenenar a su esposo llamado Federico. Y en el  instante de saber que el delirio frío se aferra al desconcierto cálido de un sol siniestro que sale y cae por la ventana desde que la cocina en el hogar de María, se aferra al deseo y a la conmísera mala atracción de creer en el suburbio en una mala paz en el alma desde que se aferró el instante en una mala plenitud en saber que el destino se aterra a la desconfianza, al dolor, a lo inerte del corazón cuando desama y envenena a la razón. Si en el ocaso se vio frío e indeleble como la rosa en el jardín frío de su propio corazón. Y en el embargo de la conmísera existencia se dedicó María y entristece de un llanto inocuo dejando abrir el corazón de par en par, como una desventura y como un infortunio de esos en que no calma un destino frío. Porque cuando María se aferró al llanto sosegado de la relación en gravitación se dedicó a ser la misma pobre mujer en que no caduca una intemperie de sola desazón fría. Si cree en ser como el mismo dolor, como el mismo mundo inerte y como el mismo sol siniestro que no apacigua un deleite o a una fría tormenta. Y en un infortunio de desventuras y de fríos malos inconsecuentes se tornó exasperante e inocuo el frío destino cuando se vio María en soledad cocinando y con una cámara oculta detrás del espejo en el corazón, sí, en el corazón de Federico, en esa fría y tan álgida como esa cocina. Y se vio fría e indeleble, María, como la razón perdida cuando en el tiempo y más en el ocaso se vio como el frío tormento. Y se tornó desesperada como el tiempo perdido, o como el ocaso de un nuevo destino, o como el invierno frío y tan álgido como la nieve fría de un nuevo camino y un frío destino. Si dentro del corazón o del frío porvenir se vio María como una verdad insistente de un sólo mal desafío cuando en el ocaso frío se vio triturado como el sol con la fría lluvia en el mismo cielo donde se percibe el deleite y de un sólo desafío. Porque en el ocaso se vio como el frío cuando María quiere y quiso abrir la caja del veneno de ratas para poder envenenar a Federico con el veneno para ratas sin saber ni tan siquiera sospechar de que el mundo y había ocultado una cámara detrás del espejo en la cocina para poder entristecer el alma y caer en el imperio sosegado en querer amar el desenlace frío de entrever a la razón y un sólo delirio de María en el altercado frío en poder caer en el frío veraniego de un dolor en la cocina de María. Cuando en el afán del delirio sosegado se vio tristemente incoloro, y mal atrayente en caer en un sólo mal infortunio. Y, María, desafortunadamente con un dolor intransigente se vio fría e incolora, como el claro cielo con el mismo sol en el mismo cielo. María cuando quiso ser como el más cruel de los malos instantes ocurre el mal desenlace de creer en el juego de la verdad, y se vio fríamente indeleble como el ir y venir lejos de la realidad. Cuando a la verdad, se percibe como el ir y venir lejos de la pureza y de la real desgana de la vida como si estuviera en el imperio sosegado de un sólo mal tiempo cuando ocurre que la cámara oculta detrás del espejo hay y existe una cámara oculta que graba ocultamente a María. Cuando a la verdad, se siente como se percibe como se da o como se ofrece en el alma de María, lo que crece como raíz sin flor ni pétalos que marchiten a una flor, llamada María. Cuando ocurre el paisaje de un pasaje cuando el adiós adormece el alma de María, y se cree que se siente como el imperio sosegado de pertenecer al delirio delirante de la cruel verdad cuando María se siente como el mismo dolor, o como el mismo pasaje de la vida cuando en el acierto o en el fracaso de la vida y de la corta existencia a la verdad se percibe como se siente el mismo dolor mal inconsecuente en dar una verdad de que la relación entre María y Federico se fue en gravitación y en un dolor mal intransigente si debió de dar una sola verdad en el alma y en la calma se siente como se percibe cuando en el dolor se encierra el temor y el horror, pero, el horro en ser libre como la vida misma. Cuando, María, se fue de un rumbo a otro, sin una sola mala dirección, en la cual, se entristeció como el mal dolor en poder creer en un sólo mal instante en dar una verdad en que sólo el secreto de que amó como nunca erróneamente y equivocadamente, pero, a Federico. Y Federico, creyendo en un mal y en una desconfianza que nunca volverá a ser como la impoluta verdad, de que amó verdaderamente a María. Y María mal inconsecuente, y débilmente como un corazón sin latidos, caminó cerro abajo para hacer del manjar de Federico un suculento plato y para las ratas un veneno mortal y tan letal como el mismo veneno. Y María caminó y caminó cerro abajo por el umbral del infierno cuando del cielo bajó con alas de acero, pero, quedó inmortal como la daga punzante de tener una sola fuerza en el mismo coraje del mismo corazón. Porque cuando en el invierno socavó muy dentro de la verdad, María, dejó inerte el corazón, cuando a la verdad quiso ser como el ave y volar muy lejos del ambiente y más del derredor de un sólo corazón en que el deseo y el amor se convierten en un sólo desenfreno y en un sólo desafío inerte como el mismo cielo dejando inmóvil a las nubes de un sólo soplo. Porque cuando en el ámbito lunar se dejó escapar del amor en una terrible relación sin destino ni un camino correcto ni seguro, cuando en el alma de María y de Federico, se fue por el rumbo y por la mala dirección de creer en el alma con un veneno letal cuando compra en el mercado la caja de veneno para ratas. Porque cuando en el alma de María corre en ser como el deseo y como el verdadero amor, se fue como el silencio o como los celos de vivir lejos de allí, como principio y sin final se vio María corriendo y bajando y caminando cerro abajo cuando en el umbral del infierno recrea un cometa de luz por adquirir el deseo y más como el embargo del alma de María, como principio y sin final cuando corre en ser como el mismo desierto frío. Y, Federico, con el espejo en el corazón, se fue de su propia voluntad y se fue del mundo incierto cuando creyó que María sólo lo quiere envenenar cuando observó a María por la cámara oculta detrás del espejo en la cocina. Y, María, sucumbió en un sólo desastre de ver el cielo por el mundo incierto cuando ocurre el desastre de creer en el alma desértica como el tormento de creer en el infierno frío, pero, indeleble. Si María en la cocina se vio fría como el hielo, pero, muy apaciguada como espantada. Porque María, cuando en el delirio frío se vio apaciguada como espantada y de un sólo espanto nocturno cuando en el frío se vio María mortífera como sosegada y en una sola penumbra en sollozos porque Federico cree que ella es mala como el veneno letal que adquirió para ratas.         



Continuará…………………………………………………………………………………………                                         



Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez


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