Por ahí ,
solamente existe un ¡Ay!
más no hay.
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La vida
es una fábrica
que produce deseos,
y tu silencio
son mis recuerdos.
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¿Sabes qué?
Tu nombre imborrable,
lo encontré en un buzón de sugerencias,
y el mío no estaba.
Espero que no te asombre.
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Me idiotizo,
cuando escribo versos
que no olvido,
en el mecanismo encantado
del propio instinto.
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Tú, que acaricias mi arena...
Y yo, que beso tu agua...
A ritmo desigual...
La sal de todas las mareas...
Siendo la voz de tu boca...
El idioma que fuerza la espuma...
Tu cuerpo es mi alma...
Más arena, más sal... y mucha más agua...