Hijos tuertos
de luz enmohecida
hasta la agrura
fuego de fe insalubre,
salamandra de invisible fulgor
y sed arácnida,
telaraña herida
de implacable piel
que nos desarropa
ante el goce inaudible
de la esperanza,
omnisciente sierva
iluminando inaudita
la claridad original
contra un espejo fiero
de letanías
y fatales cornucopias.