He visto a la noche
recorriendo todas las ventanas,
buscando
a este poeta canta mañanas.
La oscuridad cae perdida y oscura,
existe un miedo de luna
que no escapa
de su sombra escondida.
La insistencia disuelve la evidencia
como la luz a la tiniebla;
es un pasado-regreso
a las afueras del secreto próximo y lejano.
Cuando penetro en sus ojos cercanos,
y los arrastro
hacia un lugar donde nadie ha visto,
al sótano del verso ciego.
La aldea ojerosa se despierta,
terca realidad
de un café de labios
que desnuda a la noche que no me encontró.
Y es que otra persona lleva mi nombre
antes, ahora y siempre.
El pseudónimo es el eclipse donde vivo yo
escondido sin cara ni rostro.