Esperaba cada instante por aquel mágico momento, hasta que su mirada tropezara por sorpresa con la mía. Cada segundo se hacía eterno, yo miraba su rostro para nunca olvidarla, y tomaba sus manos como deseando nunca soltarlas.
Deseaba tanto que sus labios fuesen míos, porque con sus labios sentía como se entregaba el alma. La recuerdo perfectamente, su nombre,su rostro, el olor de su cabello, el ambiente, y una sensación de no poder respirar con fluidez.
Se apoderaba de mi un sentimiento profundo, temblaban mis piernas y mis manos y calaba hasta los huesos. Ella sin saber, que sus besos se convertirían en mis poemas y mis desvelos, y que la soñaría cada día como un anhelo etéreo.
Su nombre impronunciable y su amor prerenne, sus labios mi paraíso eterno y sus besos con un aire idílico y dedicarme con ahínco en mis pensamientos para satisfacer aquella consigna personal, de recordar sus besos hasta el final de mis días.