La gente habla y dice con frecuencia, que soy pobre y es mi delito, sin ahorros, cheques, ni solvencia y camino a pie sin gran ostentación.
Dicen que no tengo ropa de marca, ni joyas que me hagan resplandecer, que mi condición es una franca marca, que mi apariencia no hace deslumbrante.
Pero pobre yo no me siento, mi vida tiene un gran valor, mi familia me brinda amor, con brazos abiertos y rostro sonriente, en mi hogar.
Pobre aquel que vive de apariencias, creyendo que el dinero da la felicidad, pobre aquel que hoy tiene amigos, pero cuando no tenía, nadie le daba su amistad.
Pobre aquel que vive con miedo, pobre aquel que no tiene un hombro con quien llorar, pobre aquel que tiene un amor interesado, y no le importa el verdadero sentir.
Pobre aquel que está alejado de Dios, y no encuentra la paz en su interior, pobre tú, que no puedes ver, que la familia y la fe en Dios es el verdadero tesoro.