mirada de demonio,
decía.
fulminante y certera,
con la vista sobre la presa.
sonrisas ladeadas, intenciones traviesas.
tensión que paraliza, contacto que eriza.
me señala y extiende una sonrisa
que abre paso al desasosiego,
al desahogo carnal reinado por el deseo
el mismo deseo que derribó imperios
y arrodilló conquistadores,
ahora posee a dos cuerpos
sometidos ante las tentaciones,
esas que corrompen peor que la pólvora
y no dan lugar al razonamiento.
la cacería empezó hace mucho tiempo,
el más grande sobre el más pequeño,
clava sus garras sobre la piel desnuda
y con los ojos cegados por la lujuria,
lo despedaza trozo a trozo,
disfrutándolo con victoria.
¿quién fue el diablo de esta historia?