¡Ah pobre tristeza zafia…!
Tú trastocas mi cabeza
como aguja puntiaguda
sin que yo me lo merezca.
¡Ah dura tristeza mía…!
Nunca drenas ni una pena
y estrujando mis sentidos…
¡Morirás cuando me muera!
Y se irrigarán los campos
con las lágrimas que lluevan
de mis ojos y los tuyos…
¡Recordando primaveras!