Eres el amor de mis encantos,
el ego que desprecia a los santos.
Eres mi sueño imperturbable
el que me hace volar, sentir
y más que eso, latir.
¡Ah! cuantas alabanzas tengo,
halagos de los que no me abstengo.
Sin ti, la vida sería una desgracia,
pues ni siquiera tendría arrogancia
y mi vida no tendría sentido
pues carecería de jactancia.
Gracias por hacerme diferente
cuando apareces como una fuente,
al darme fuerzas y enmelar mi mente
y con eso percibo a los insignificantes.
Gratitud te guardo pues me has hecho único.
Los cantos de los pájaros se empequeñecen
cuando vigorizas mi naturaleza.
A ti te debo mi vanidad y grandeza
pues, aunque crean que soy presuntuoso,
solo todo lo contrario, solo soy majestuoso,
con algo de soberbia. Soberbia que no cederá.
Más lo único que de mí no tendrán
los envidiosos de la maldad,
será ver en mí, solamente humildad.