Y me hallé en la frontera de la luz,
sedimento frágil de atardeceres…
Llegaron como vienen los poetas,
rodajas de sandía en sus gargantas
y en su corazón plática de estambres,
inspiración de olivos soñadores
y de ménsulas pálidas de arco iris,
pentagramas heridos de simetrías
y ensoñamiento pleno de mareas…
Una sílaba espléndida de verso
en verso incrustada en tiernos zafiros…
Suena la melodía entre los olmos,
atardeceres de seda y de escarcha,
silueta arrebolada de emoción…
Un trovador etéreo entona versos
reunidos en la bizna del ocaso,
sonrojo permanente de rapsodas…
Y cierra la cadencia de los tiempos
la luz en la frontera de la magia.