Mástil eterno de sueños efímeros.
Laguna de viento, penumbra y mar.
Lágrimas vagabundas del río del tiempo,
lo convirtieron en un caudal.
En un caudal, caudal de penas, nunca ha de faltar.
Verde luna de esperanza, se tiñe al ladear,
al ladear su cabeza, para poder mirar,
para poder mirar nuestra ingrata incredulidad.
Que se envanece de su frialdad,
de su insensible piedad,
de su insensata crueldad.