Sé cómo llamo a los que no están, pero ignoro siquiera
si me nombran. Aunque seguramente me aguardan,
porque es parte del destino. Miro hacia arriba, abstraído,
y veo el ambiente habitual y sólo me distrae el zumbido
de abejas en enjambre cerca de algún panal.
Y vuelvo a mis pensamientos, intrascendentes sin dudas,
pero es pensar en ellos que fueron parte de mi vida.
Y me alcanza el cantar de las calandrias, que cantan siempre,
y alguna vez tuve su fuerza y desparpajo… y yo las dejo cantar.
Y cambio mi cavilar por estas cosas más bellas
como un zumbido de abejas o gargantas de calandrias
que ya habrá tiempo, seguro, para volver a los nombres
de aquellos que ya no están…
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3