Lágrimas de blanca espuma lloras
sobre la arena que yace orillada
con el agua constante que afloras
y retornas después a tu morada.
La caracola tu nombre murmura
cuando la acercas al agudo oído.
Tu perfume fluye por las llanuras
donde habitan dormidos los sentidos.
El sol te tiñe en cada madrugada
los veleros te atavían de gala,
y la luz pinta tu cara salada.
La parda noche a la luna reclama
que se mire en tu desmedido espejo
y vea diluida su blanca flama.
José Antonio Artés