Nuestro cariño,
inmenso como el Sol,
infinito como el universo,
verdadero como el azul del cielo,
tan puro, tan sincero
que hizo sonrojar a la Luna
y solo nos mira desde lejos.
A ti, mi nenito que tanto quiero,
te dejo este verso
escrito en grandioso momento
en que de carmín está teñido el cielo:
Me duele tanto tenerte tan lejos,
solo poder saber de ti desde un
teléfono,
mas, cuan grande es lo que siento
que a ti me aferro.
Espero, confío, que lo nuestro sea
duradero;
en pro de ello, elevo mi mirada al
enrojecido cielo y,
haciendo plegaria a la naturaleza,
único Dios cierto,
ruego por pronto vernos.