Le he pedido a Dios cada día de mi vida
bienestar, paz y salud para todos los mortales,
sin importar sin están muy cerca o distantes, o si son o no leales,
lo que verdaderamente importa es que son gente querida.
Dios no me pone límites, mucho menos condiciones
porque en el ruego prevalece lo que está en el corazón;
él juzgará con paciencia, sin premura y con razón
mis plegarias y mis ruegos, y todas mis emociones.
Y algo te digo Dios grande, Dios infinito y eterno:
no niego que te amo inmenso, que te respeto y te creo
pues en ti solo percibo amor, bondad y virtud.
Yo te busco en todas partes y en la noche cuando duermo;
te encuentro en cada rincón y en todo lugar te veo.
La gloria se hace presente, porque la gloria eres tú.