Antes que la Idónea Luz
de los Remeros de Odiseo,
Agotaran Enhiestos ese Mar de Vino,
Inasibles Formas Alejadas,
se Adivinan...
Rebaños de Almas con el Don de las Profecías,
Entretejian Sabias las Ocultas
Maravillas...
Urgian las Ardientes Llamas
en Agonía,
Del Pretérito que Encierra
a ese León Firme y Tenaz
al Pie de la Mísera Hoguera que Sabía...
El Agua Inocente se Perdía,
Sin Asombro y en Pedazos
entre Cielos Desmayados...
Mientras el Árbol de la Vida
y las Perdidas Sombras,
se Diluian en la Orilla
de ese Río del Sin Nombre...
Amanecen ya los Huracanes y Vientos
Sin Memoria,
en los Inasibles Ayeres y Mañanas
y en las Incongruentes
y Padecidas Cosas...
(Patricia)