Bonita,
exigías demostrar los teoremas
del dolor de amores,
de la existencia del alma
y el de los sueños;
sólo quería ser tu amigo,
bonita,
pero pensé,
es un juego.
Entonces,
llevé rosas rojas reseñando un mensaje en ellas,
“bonita, para atenuar las penas”.
La lluvia caía copiosa sobre los naranjos en flor derramando azahares.
Pasado los años una aurora dulce, luminosa, con brisas marinas
ululando por los caminos del corazón,
te dejé una canción donde entregué el alma
para que la incendiaras.
Profundizando,
bonita,
descubrí rociar mis sueños en el aire de la tarde
durante la puesta de sol en la playa dorada en que te conocí.
supe que te habías marchado Bonita,
fui a visitarte,
tras el recodo de un naranjo en flor,
dormías hace mucho frente a la mar,
te acompañaba una fuente de hilos finísimos,
los pajarillos trinaban desde sus nidos,
el sol se estaba ocultando,
y una estrella dulcísima bajaba a verte,
Bonita, en la fotografía lucías con glamur un vestido rosa pálido
en el cual llevabas prendida una hermosa rosa roja,
la losa tenía grabada la cartita,
ahí,
comprendí la muralla levantada por ti a tu alrededor,
qué dignidad para enfrentar los días contados;
lo escrito decía así:
\"Bonita, algo en ti me dijo libérame,
seguro son cientos los afortunados;
yo no quiero más que tu amistad,
yo vivo por otra;
sería insensato enamorarme contigo;
todo lo que yo veo presagia fuertes nubarrones,
si no conversamos alegrando el devenir.
Sinceramente vuestro,
EB\"