Mientras llovía, mientras el cielo se caía en pedazos y las nubes grises sollozaban, relámpagos y truenos hacían su presencia, parecido a un diluvio, pues la noche no acababa y el fuerte viento azotaba al techo y los ventanales.
Un fin de nunca acabar en un comienzo sin precedentes, tanto huir para encontrar a escasos kilómetros el desolado destino que marca una pauta y postula una enfurecida enfermedad que rasga por dentro, más que un cáncer, una extrañeza y un desalojó emocional.
Pues la motivación parece haber consumido aquel hombre, y él, hundiéndose como aquel capitán en su barco, sin flote alguno y sin alas para volar, pues su alas fueron quizás las razones de aquel avasallador momento.
Ahogado y sin control alguno, derrumbado, encarcelado en su propio infierno, puesto a que el infierno fue creado por el mismo con cada enfurecido momento. Y sin una lágrima hizo llover, y con toda su ira, fue participe de aquella noche, aquella dura noche donde su alma hizo ruido en forma de truenos.
Henry Ruiz
18 DE MAYO 2023
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