Qué efímero el paso por el sendero eterno;
aunque he ido y he vuelto en recurrencias
sin llegar nunca a sus extremos,
lo que parecía entonces que era interminable
fue un viaje fugaz que ya termina.
El sendero ya estaba en ese tiempo
y no hay memoria que recuerde sus comienzos,
yo sería en él un soplo que lo halló ese día
pensando que no dejaría nunca de pisarlo
y que no tendría fin el recorrerlo.
¡Que falaces encuentro a los sentidos
y qué soberbia existe latiendo en mis entrañas!
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3