Se me pasaron los días
como potros desbocados
y de forma inexorable
se acumularon los años.
Hoy mi memoria registra
aquellos tiempos lejanos
cuando mis horas cargaban
de juventud su regalo;
cuando volaban mis versos
como homéricos pegasos
vibrando siempre en mis venas
de poeta febril rayo
que al amor le rindió culto
y tuvo el alma de nardo.
Como fugaces estrellas
en mi mente van rielando
aquellos rostros divinos
cuyos labios nacarados
con néctares deliciosos
mil poemas inspiraron
haciendo que palpitaran
de ilusión arpegios sacros
que llevaban en sus notas
del corazón los retazos
que trémulos de emociones
eran zorzales trinando
que ofrecían con sus loas
a los sueños regio himnario.
Pero las leyes del tiempo
sin piedad tienden su manto
y primavera impoluta
al otoño cede el paso
y lo que fuera radiante
de a poco se va nublando
dejándonos solamente
ese imborrable pasado
tejido con los momentos
que los anhelos forjaron,
de esperanzas revestidos
y de luz siempre bordados
sirviendo siempre de guías
como lumínicos faros.
Por eso haciendo recuento
de mis quimeras de antaño
con garbo y con bizarría,
igual que Nervo yo canto
agradeciendo a la vida
de luz sus mágicos ramos
y bendigo mi existencia
con espíritu gallardo
que supo vencer las trampas
que en mi camino brotaron
llevando siempre en mi alforja
de fe sus potentes halos
que iluminaron las sendas
que mis plantas han hollado
haciendo de mi destino
de lucha hermoso breviario
que mis instantes vividos
los dibujan sin engaños.
Al coronar ya la cumbre
d\'este camino tan largo
imagino que mi tiempo
para mi no pasó en vano;
porque viví sin reservas
por mis anhelos luchando,
porque amé con insistencia
y también porque fui amado,
porque practiqué principios
que mis padres me legaron
porque nunca por dinero
a la traición doy espacio,
porque sigo siendo aún
un soñador visionario
que confío a plenitud
que el mundo tendrá su cambio
cuando todos por igual
luchemos para lograrlo.
Autor: Aníbal Rodríguez.