Lourdes Aguilar

ESPIGA SEGADA

Que te fuiste

Como río mañanero

Con tu risa y esperanzas

No te bastaron las enredaderas

Las orquídeas ni bromelias

Que en los parajes hallabas

Oh cervatilla ágil traviesa

Como fértil tierra morena

Te fuiste en plena primavera

Siguiendo el rastro de un hada

 

Lloraban las campanas en el pueblo

El pueblo donde hacía poco naciste

Los sombreros al pecho

Los rebozos en cruz

Siempre queda la melancolía

Cuando la muerte siega de golpe

La espiga tierna cuya latente promesa

No puede ya ser ingrediente valioso

a la masa que en conjunto formamos

 

Para ser civilizados no faltan riquezas

ni medallas o títulos ostentando en paredes

el mundo es más sencillo y alegre

con pequeñas llamas que esparzan la luz

con curiosidad, esperanza y candor

que contagien con su dulce inocencia

los valores que resaltan cualidades humanas

que no se marchen como velas sopladas

despidiendo con su humo promesas truncadas

 

¿Qué culpa tenías de ser indígena indefensa

De vivir como paria en codiciada parcela?

 La parcela cuyos ancestros labraron

Y un día sin más las botas hollaron

Amenazando las armas su fuego abrieron

Por estar en terrenos en pugna

Para no ser ya más refugio silvestre

Para colmar la insaciable sed de riqueza

Del  poderoso  bandido en turno

 

De ti nadie habla en los medios

Porque tu nombre es solo cifra

Porque nadie sabrá que viviste

Y vuelas ahora trinando en la selva

La selva que te arrullaba en su seno

En la insensatez de ésta época

Que comparada a otras se mantiene igual

Cuando la selva con sus hijos se extingue

Bajo la maquinaria y el fuego inconsciente