Lo que hemos sido, se ha ido
sabiendo que no sabemos, y hacemos,
en el camino encontramos, y amamos
lo que no encontraremos, prendemos,
y
entonces, por lo tanto, por cuanto
va quedando en olvido, muy herido
en esos ojos de verde paladar, y dar
esos ojos de prisa ardientes, las mentes
como los cielos de mar, al cantar
esa sonrisa leve, leva, subleva
como la brisa a prisa, las corrientes,
y lo más asombroso, no es lo que estás pensando,
en esas cosas necias del centro, acariciando
de lo adentro en tus adentros, portentos
del humano geocentrismo del abismo
sin saber o quizá sí, no es lo mismo;
de la furia a la calma hay un estrecho
que lo puede surcar, sólo un barco desecho
en mi melancolía, y no lograr entrar
en tu encanto satisfecho,
que a veces es la risa y a veces es el llanto,
los gritos, las razones, los llantos, las pasiones,
que a veces; en la mía vida se incendia la luz, el sirio
que a veces es lo tuyo, y anda suelto conmigo,
intuyo que otras veces es de nadie y de todos
la rosa que se estrecha y se aleja, y deja
sin saber cuándo y cómo, siempre es donde,
lo que me duele tanto, en nuestro encuentro
pisamos todas las flechas, las rosas y claveles,
la agonía sinfónica, el crepúsculo llanto,
el amanecer oscuro, las sombras de la luna
que se desviste tanto, ante todas las diosas
las que danzan, las que pintan, las que cogen
las noches con los pies, para gozar el mambo.