Si cierro mis ojos, los tuyos se encienden
sí beso tu boca, tu lengua interpreta
hermosas sonatas, sinfonías plenas
vibrantes rapsodias, baladas intensas
Tus ojos son faros que guían mi nave
que alumbran las rocas y los peñascales
cuando la tormenta azuza los mares
y las olas rompen con furia indomable.
Tus senos son playas, mi dulce cobijo
colinas doradas, castillos de arena
contra la inclemencia de un viento furioso
que desgarra velas y arranca cuadernas.
Tus manos, batutas de mis sinfonías,
antorchas de fuego que alientan mi vida
manos redentoras que borran las penas,
manos que bendicen, manos que acarician.
Tu bosque sagrado, tu fuente de vida
es el paraíso, mi dulce refugio
donde tomo fuerzas y vuelvo al combate
con el alma limpia y el cuerpo exultante,
el Edén divino donde me reencuentro
con Dios, con la dicha de llevarte dentro
latiendo en mi pecho, colmando mi vientre
brillando en mis ojos, hirviendo en mi sangre