Carlos Eduardo

- C O M A L A -

In memoriam de Juan Rulfo

Se ceñía la tarde, 

la tierra ardía en brasas,

usted señor debe ser Pedro Páramo,

yo soy Juan Preciado,

hijo de Dolores;

mi madre en su lecho de muerte

me dijo,

anda y exígele lo nuestro,

así que aquí estoy.

 

Juan lo había encontrado tendido en la hamaca,

en una casa derruía, enmalezada, aplastada por la indiferencia;

los murmullos del lugar comenzaron a aclararle el pensamiento,

intentó palparse sin encontrar su piel,

hacía días que ya era un ánima,

la confusión nublo su razón,

cerró sus ojos para ver,

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