In memoriam de Juan Rulfo
Se ceñía la tarde,
la tierra ardía en brasas,
usted señor debe ser Pedro Páramo,
yo soy Juan Preciado,
hijo de Dolores;
mi madre en su lecho de muerte
me dijo,
anda y exígele lo nuestro,
así que aquí estoy.
Juan lo había encontrado tendido en la hamaca,
en una casa derruía, enmalezada, aplastada por la indiferencia;
los murmullos del lugar comenzaron a aclararle el pensamiento,
intentó palparse sin encontrar su piel,
hacía días que ya era un ánima,
la confusión nublo su razón,
cerró sus ojos para ver,
...