La persuasión mínima me trae
la delgada línea, el ínfimo salto,
la penumbra placentera,
el inagotable abismo secreto,
el ritmo de nuestra respiración
librado al ansia y al reconocimiento.
Estoy hablando en soledad
con esta sombra que suele
temblar asida a las palabras,
suele abandonarse a su suerte
a los golpes que se dan en el aire,
a las acrobacias en la oscuridad.