En mi alma,
y aunque tuvieras que irte cien años,
en mi alma el tiempo es relativo;
bien sé que no te vas,
aunque te vayas, no te vas,
retornas, aun si retornar:
siempre serás Bonita,
en mi esencia permanente,
y así, aún con esos
cien años transcurridos,
serán apenas como si fuera
tan sólo esta mañana
la vez postrera
en la que tus señales me bañaron
de tu Bonita luminiscencia.
Por ti, por Ser quien Eres, tan Tú:
siempre serás Bonita.