Para caminar juntos por el mismo sendero. Sólo hace falta que me des una mano. Si me das las dos seguramente nos detendremos. (Alejandro Díaz)
Mis pantalones de la escuela
eran una prenda consagrada
sus hilachas al viento casi vuelan
parecían carne mechada.
Mi camisa casi transparente
de tantas y tantas lavadas
fue conmigo consecuente
desde el inicio hasta mi graduada.
De mis medias ni se diga
con ellas me hice campeón
me las quitaba en plenas rencillas
y todos huían por el olor.
Ay mis zapatos, esos son
los fieles compañeros a la escuela,
ya no les quedaba tacón
ni las trenzas, ni la suela.
Y que decir del bolso escolar
el pobre ni los libros recogía,
tenía tantos agujeros ya
que todo lo que guardaba se salía.
Pero a pesar de todo eso,
pude felizmente terminar
nada pudo impedirme el progreso,
ni tampoco mis ganas de estudiar.
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