En este atardecer que ya agoniza,
hay un tazón de leche tibia y esas cortezas de pan
sobre la vieja mesa blanca y sin mantel,
acompañando latidos más lentos cada día y que viven
por las ansias de vivir, ya sin dolores, pues las lágrimas
enjuagaron las impurezas de la vida.
Los pies descalzos, en la templanza del hogar,
habiendo cambiado la piel tan llena de raspones,
se aglutinan emociones esta mañana de invierno.
Hay sentires de amor en el ambiente que llegan
de esos amores que han sido amados.
Es el punto donde la penumbra deja lugar a la luz
mientras otra luz se va perdiendo sin ahogar los arrestos;
que no han rozado el alma los desgastes del vivir
y la vida… ya ambarina, avanza sin pausas.
Y la simpleza sigue siendo parte de la vida,
como la leche tibia, cortezas de pan y pies descalzos.
Y a veces el tiempo puede cambiar la piel,
sin menguar las cualidades del alma.
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3