He llegado
a un estado semi fantasmal,
disipado
por un abecé desplumado,
con oficio
de loro sumiso y espantado.
Así como una ola
que misteriosamente
desaparece,
vencida y ocupada
por otra ola yuxtapuesta,
que de ella
se apodera acuciosa.
Y me aférro
a una alfombra voladora,
que va presurosa
sobre un cielo de nata
y su fresa roja,
en mi adviénto cuando miento.
Y me convierto
en un cortés rebuscador,
que viste
a su mona de seda
en un asomo a contratiempo,
sobre la tierra
el agua y su puta marea.