Ruje sin parar, mete miedo al despertar. Sus rugidos fuertes, quiere maldad aparentar.
En las mañanas finge calma y promete un día exclusivo para su comunidad, pero el león ruge para demostrar quien manda en verdad.
En las tardes todo es silencio, los niños tranquilos mirando el cántaro. Las hojas del otoño lentamente caen hacia el piso de esta tarde.
Tú te acercas hacia a mi, exploras el paisaje y me pides que vaya junto a ti. Pero tu rujes otra vez y yo me espanto queriéndome perder.
Oh el hombre disfrazado de león, qué difícil situación. Cascarrabias como gato sin domar y hasta un poco torpe para agregar.
El gris del viernes nos invita a relajar, los niños jugando están, y tu y yo deleitando cariño y paz.