Aquella alma
había encontrado armonía en el servicio,
la cooperación y el sacrificio.
Había olvidado quien era,
y de donde nació su necesidad
de ser necesitada.
Sus carencias afectivas
en su tierna infancia,
eran la consecuencia
de su conciencia.
Su discernimiento era pobre,
ya que su entrega respondía
a su bajo amor por si misma.
Casi lo consideraba un sacrilegio
el solo recuerdo de su existencia.
No se trataba de altruismo
se trataba de escapismo.
Las desilusiones fueron tantas,
que le resulto difícil comprender
porque tanta entrega era devuelta
con tanta indiferencia.
Culpo a los demás,
pregunto al infinito,
en que estaba errada.
Y la respuesta llego inesperada,
en una tarde de agosto mientras helaba.
La lucha era con ella, con sus programas,
que la hicieron olvidar,
que habia egoísmos ajenos que la usaban.
Tomar la espada,
y ser guerrera de la luz,
solo tenia sentido cuando integrara su sombra olvidada.