En el horizonte el vapor desvela
Para deleite a mi vista maravillada
La ciudad legendaria
La quimera de cristal frágil
Que a lo lejos flota hecha piedra
Abundante en hermosura y riqueza
La ciudad de sabios y artistas
Refulgiendo sus paredes y torres
Refulgiendo sus escalonadas terrazas
En relieves revestidos de oro y de plata
Frisos que exhiben misteriosos adornos
Por pasadizos labrados con bellos diseños
Serendipia en medio del mar que apareces
Mostrando la gloria lograda
En comunión de la sapiencia y la paz
Y te han nombrado mil veces
Tal vez Agharta quizás la Atlántida
La mismísima Cíbola resurgida un instante
El oculto Dorado u otra borrada en la historia
Con sus niños vestidos de blanco
Que corren en esos pasillos de mármol
Tomados de la mano
Entre risas y cantos
No existen mancebos más bellos
Cuando se arman de guitarras y flautas
En sus naves silenciosas y ligeras
Sin perturbar la vegetación circundante
Mujeres hermosas con cutis de perla
De cuyos corazones brotan canarios
Esparcidas entre flores vistosas
Manos dignas de la riqueza que tocan
En cada rincón la armonía se halla
Sabiduría que abunda e impregna
hasta la ropa cosida en hilos de seda
de tan puros los cuatro elementos
se dividen y mezclan sublimes y etéreos
viva y prístina imagen de una utopía
pero si se muestra es porque existe
más inalcanzable para ésta mísera
condición materialista e inhumana
real y palpable con sus edificios sin par
rodeada de natura exuberante y virginal
Imposible a la mente inventar tal majestad
Si no fuera porque al verla sabe que es real
Cuando se atisba en el profundo pensar
Y la perfección inviable de alcanzar
Desafiando la razón se muestra sin más