¿Acaso me llamas? Está bien.
Renuncio a todo
y orientaré mis ojos al infinito
y haré mis oídos sordos ante la voz
de la estrella que me extiende sus manos.
Que retumbe tu voz en mi desierto
para que crea verdadero tu llamado
y me iré detrás de ti,
aun si me llevaras a la guerra,
sacude mis vibraciones internas
para que por ti abandone mis miserias,
te seguiré así aunque me sangre las entrañas.
Dímelo, firme... y mis pasos
pisarán tus ruinas
y verán mis ojos por vez primera
la primavera de tu rostro
y aunque tarde resulte mi respuesta
floreceré para ti como flor virgen.