Cuando escucho tu risa,
revoloteando fugaz por la casa.
Cuando veo tu rostro,
perplejo de encanto y alegría.
Cuando las palabras escapan débiles de tu boca
o cuando haces un estruendo con tu llanto.
Cuando torpemente no entiendes algo.
Cuando disfrutas de tu ingenio,
con el conjunto de tus manías
y luego sonríes ajeno a todo.
No te das cuenta del cruel mundo
y eso está bien para mí.
Que en tu mente solo vivan pobladores ficticios,
sentidos, estímulos y colores.
Deseo para ti la felicidad eterna
y la ignorancia de los tiempos.
Que el autismo que domina tu pensamiento
te ausente de los momentos oscuros,
de las risas malévolas de las personas.
Solo entonces me queda regalarte un pedazo de cielo,
envuelto en el color azul de mi poesía.
Y mis eternas ganas de verte sonreír.
Siempre, siempre.