Hoy cumple 90 años mi tīa Conchita,
—hermana de mi señora madre—, y es motivo de gran alegría y orgullo celebrar sus nueve décadas de vida. El regocijo me hace escribirle algunas līneas y sumarme a la barca de la felicitación:
Los ojos de mi tía Conchita siempre han sido un mapa: fuego inabarcable. A ella siempre le vi tejer trozos de sol con la guitarra de sus pasos, y precipitar el pan entre postales de esfuerzo. En sus manos se retratan fábricas de poemas y misiles contra la incertidumbre.Sus consejos y charlas son pájaros acarreando el aliento de Dios; sabidurīa infinita calando en lo más hondo. A nadie como a ella le he visto maniobrar el viento y transmutar la espina en gerbera.Su andar siempre ha esculpido prado imperecedero. En mi familia ella es ejemplo y columna, pilar de fe, maestra indiscutible y la madre de todos. ¡Muchas felicidades tía Conchita, le mando un abrazo del tamaño de su legado, la llevamos hasta la raīz!