Sergio DeBaires

Silbando una silva

El yugo cotidiano me separa

de tu abrazo gentil querida mía

el yugo que devora el día a día

no ceja, no me deja, nunca para.

 

Ansina que yo soy; en esta vara;

la bestia que en la vida da porfía

a esa  inútil y extraña alegoría

de la existencia agraz y siempre avara.

 

 

Mas siempre yo te llevo en mi silbido

en el cielo del norte cuando miro

y algún verso que a veces yo recito.

 

Si tu silva me muestra bien querido

mi soneto contesta en el  suspiro

el aquello que siempre te repito.

 

Hay un tiempo maldito

que no deja que yo pueda abrazarte

pero nos da el consuelo de este arte.