Convido de mi voz,
con una condición,
que permanezca idéntica a sí misma.
Suele provocar pánico
con sombras propagadas,
con ecos nos asedia.
Extrañada en el páramo,
temblando solitaria
entre gente difusa.
Son chillidos de bestias,
susurros de la memoria,
es el cuero cubriéndome del frío.
Crece la desconfianza
en el timbre de voz
y ostenta negras cifras en un gesto.
Son palabras convulsas
de molinos de viento
que girando encandecen.