Hace una tarde gris,
monótona.
Cae una lluvia menuda.
La luz de octubre reverbera
las blancas fachadas.
Hay un encanto en la claridad
del otoño
Que me es grata a los ojos.
Ando a pasos lentos por un
estrecho camino,
De cuando en cuando
suena un concierto
de gritos de pájaros,
en arpeggios.
Un perro ladra cortos
lastimeros ladridos.
A lo lejos vaga
un labriego envuelto
en un manto.
Y la tarde
transcurre lenta,
eterna...
Desde los panzudos muros,
de los cercados
el pueblo se esfuma
al pie del cerro,
Y el llano se extiende
en diminutos lienzos
de pintorescos verdes, y
refulgentes apagados.
En desigual mosaico
lejanos encinares pardos .
La llanura se esfuma sombría,
A lo lejos, las campanas
plañen alabanzas
La tarde avanza...
En la penumbra del crepúsculo
las manchas lanosas de las casas
se esfuman silenciosas.
El viejo reloj de la plaza
suena una hora.
Ore
Acuarela
Autor Ore