La hermosa magia del otoño nos lleva a un mundo mágico si uno se detiene a observar.
Los colores inciertos de los follajes en los árboles que van quedando desnudos por las brisas persistentes que provienen del sur, anticipando el frío invierno.
Los árboles de hojas perennes pareciera que protegen a aquellos que han perdido su ropaje, tendiendo en el suelo un manto de colores vivos.
Quizás como un gesto de amor, de protección mutua en donde el más fuerte protege al más débil.
La observancia siempre nos marca el rumbo.
Pero de pronto la contradicción aparece y nos damos cuenta que no siempre los más fuertes en apariencia son quienes nos protegen o nos guian.
Hace unos días observé un hecho que quedó grabado en mi cabeza por la simple frase y la decisión de una pequeña niña de unos 5 o 6 años.
Ella iba caminando firme en medio de sus padres quienes eran no videntes.
Al llegar a la esquina su vocecita les indicó: “Es por allà”
Y mansos, con andar pausado, cruzaron la calle.
“Es por allá”
Y me he quedado con esa frase.
Dicen que en cada gesto, cuando hay amor, están todas las respuestas.
El amor solidario: La naturaleza que nos muestra como los árboles de hojas perennes protegen a los que han perdido todo y quedan al desnudo ante el frío invierno o esta niña que sin dudarlo, va guiando a sus padres.
Evidentemente la respuesta está allí.
El amor hecho obra es el único idioma que no necesita traducción ni escuela de lengua.
Es un calorcito que se siente y que, sin duda es el fruto maduro de una decisión dando sentido a todo lo que hagamos.
Una obra del autor Rodolfo Becerra Silva nos dice que:.
“La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor te hace hipócrita.
La riqueza sin amor te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La verdad sin amor, te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La oración sin amor, te hace intimista.
La política sin amor, te hace ególatra y corrupto.
La fe, sin amor, te hace fanático.
La cruz sin amor, se convierte en tortura.”
En definitiva, podemos concluir que la vida sin amor, no tiene sentido.
Como dijo la niña en esa frase tan simple, tan pura, pero que evidentemente fue fruto del inmenso amor por sus padres no videntes: “Es por allá” lo dice todo.
El amor, en estos tiempos en que la situación social está al borde del estallido, en donde aflora lo peor y lo mejor de cada uno de nosotros, aparece en lo cotidiano, en muchos aspectos y de muchas maneras.
Quizá allí está nuestro Pentecostés individual.
Quizá allí este agazapado ese Espíritu Santo, Bueno, que nos de la claridad necesaria para salir sin temor y hablar el mismo idioma entre quienes queremos el mismo cambio.
Te pido entonces Padre, que así como los apóstoles, quienes se recluyeron esperando al Espíritu Santo prometido, ese gesto de amor inmenso que llegó para transformarlos en forma definitiva y “lograr el entendimiento de todas las lenguas”, nosotros podamos unirnos y buscar el camino que comienza por entendernos nosotros mismos.
Serán quizá tiempos en que abras nuestros ojos y nos presentes a alguien, sin imposiciones, sin adoctrinamientos raros y con las virtudes necesarias y el ejemplo de sus simples actos, quien nos tome de la mano y nos diga: “es por alla”…..y nos lleve a destino seguro reencontrando este rumbo que hemos perdido hace tiempo.
Buen Domingo.