Siempre va su alma vagando
con un pensar errabundo
y ojos de sentir profundo.
Mira al almendro, al olivo,
siempre a ellos preguntando;
¿Y dónde estará mi mundo?
Pensativo y furibundo,
en su corazón cautivo,
a la luna va implorando
con llanto de vagabundo.
¡Llévame, tren de la una,
sácame ya de este mundo,
a vivir niego en rotundo!
¡Alivia ya mi dolor!
Arráncame ya la vida,
antes de que yo la pierda.
¡Este mundo es una mierda
si no regresa el amor!
Y sigue el poeta errante
bajo el negror de la bruma
que impide hablar a su pluma
con intención de enseñar
a tanto cerebro ciego,
a despertar su cabeza,
dejando atrás la pereza,
comenzando a progresar.
¡Así no puedo vivir!
Grita en llantos el poeta.
¡Ven por mí, muerte y aprieta,
suspiro ya por morir!
¡Mi pluma dejó de fluir!
¡Suene la última retreta
y fundan ya la trompeta!
¡Ya no más amanecer,
vivir así es padecer,
y ando lejos de la meta!
¡Llévame, tren de la una
acaba ya mi sufrir!
Ya corre, ven a por mí,
acércame hasta la luna,
que yo quiero desde allí
labrar un sueño profundo,
y con mi llanto fecundo,
regar la tierra de amor,
cada lágrima una flor
y marche el dolor del mundo.
Mercedes Bou Ibáñez