Cuando al pasar por la humedecida vereda
por mi te pregunten las aves desde sus nidos,
el ruido del afluente golpee tus sordos oídos
y mi nombre pronuncie la fertilizada greda.
En su elevado vuelo la cigüeña extrañe
el dialogo de todas nuestras mañanas,
cuando preguntaba por ellas y ufanas
danzaban majestuosas, no te extrañe.
Que arañe el canto de la golondrina
que en su grillar se llevará tu lamento
mismo que esparcirá el impetuoso viento
demandando tu trivial inquina.
Entonces llorarás arrepentido
porque lejos, ya te habré olvidado
después de lo mucho que te he amado
y tu mal proceder derribó de un chasquido.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.