Joseponce1978

Las farolas del parque

Que tristes y desnudamente solas

derraman esta noche las farolas

su luz por un jardín que fue tan nuestro.

Desde el alumbramiento más siniestro,

sus focos desentierran del pasado

el tiempo cuando renací a tu lado

y a diario me elevabas hasta cotas

inalcanzables para las derrotas.

Aquí aprendimos que el amor no piensa

en obtener del otro recompensa

si no es el beneficio de arrancarte

la dicha por ponerla de su parte.

Tú tan ansiosa de explorar la vida

y yo tan falto de emprender huída

hacia los términos de la ternura,

nos embarcamos en una aventura

marcada por el mutuo compromiso

de hacer de cada juego un paraíso.

Volcados en recíprocas escuchas,

tus formas de ablandarme fueron muchas

e hiciste de mis pálpitos acopio

mientras yo hacía con tu voz lo propio.

Sorbiéndonos el alma sin recato,

tuvimos el valor, a cada rato,

de arremeter a dúo contra inviernos

que acosaban al sueño de tenernos.

Han sido tantas primaveras juntos

ya almacenadas en antiguos puntos

en este parque, ya sin tus piruetas,

quedando atrás tus incipientes metas,

que entre sus puertas la nostalgia acosa

igual que las espinas sin su rosa,

y su iluminación tan solo vierte

en mis recuerdos un edén inerte

por cuanto aquí hace tiempo que hace frío

y aún sigue tu nombre junto al mío

grabado en la madera de aquel banco

donde solíamos pintar de blanco

el cielo gris en tardes de apatía.

Un escenario por cuya agonía

se aferran temblorosamente solas

las flores que iluminan las farolas.