Un espectro emergido de las olas del viento, sigiloso se escondió detrás de un sueño. Introspectivo perduró horas en aquel lugar silencioso. Indagó a los pensamientos difusos que empañados de pesadillas no dejaban ver su realidad.
Caminó por senderos que jamás pensó que existieran, caminos y direcciones guarecidos de la faz del mundo. Estas vías se bifurcaban en laberintos de confusión y pernoctaban en el claustro de oscuros purgatorios, donde el espectro ondeaba con su flotante gravitar. Aún así decidió caminar y recorrer aquellos valles invadidos de árboles de luz y vida.
Aguzando sus sentidos fantasmales divisó un río de amor, de él emanaba un aroma indescriptible, se diría que era una mezcla de infusión de tierra mojada con lluvia de lágrimas del sol y perfume de blancas sonrisas.
Se acercó más y contempló al espejo del tiempo. Vio desfilar su existencia en grises, amarillos y azules reflejos. Destellando de ira se alejó de él, al ver que una burbuja estacionada en medio del agua, se inflaba, amenazando con romper el encanto de su deambular en las olas de la imaginación.