Mi nombre es un susurro en la bruma, pues importa poco en mi búsqueda. Mi sueño, mi meta, mi anhelo en la vida, es hallar plenitud y paz en mi ser.
No importa el dinero, si tengo o no, lo que importa es ayudar a los desamparados, a esos niños olvidados por el mundo, que claman por un rayo de esperanza.
Me preguntan qué me gusta hacer, y en respuesta, solo bailar resuena, aunque el tiempo escapa de mis manos, y sé que en ese sentido me equivoco.
¿Tengo amigos? Aún no lo sé, pero me agrada escucharlos, comprenderlos, y anhelo que ellos sean así conmigo, a pesar de los desaires que a veces afloran.
A veces me preguntan si soy libre, y mi respuesta es simple y sincera, pues puedo tomar mis propias decisiones, y disfrutar las cosas que importan, como mi familia.
A menudo dudo de mis habilidades, pero me esfuerzo por los míos, ellos me alzan cada día que amanece, cuando el desaliento quiere arrastrarme.
Miro a mis hijos y encuentro mi razón, por ellos vivo, por ellos lucho, pero mi verdadera lucha es conmigo misma, un constante desafío de superación.
Así me enfrento al vaivén de la vida, buscando ser quien deseo ser, pues, aunque dudo de mi camino, encontraré la fortaleza en mi interior.